2018 es el Año Europeo del Patrimonio Cultural, una conmemoración que celebra su riqueza y diversidad con el propósito de animar al mayor número de personas posible a descubrir y explorar el Patrimonio Cultural Europeo, destacando su valor para la sociedad, su contribución a la economía, su papel en la diplomacia cultural y la importancia de salvaguardarlo para el disfrute de las generaciones futuras. Os dejamos aquí el enlace al documento que explica las líneas de actuación de esta conmemoración.
Aprovechando este evento queremos destacar dos hechos relevantes que se han producido hace muy poco. Por un lado, la inclusión de la ciudad de Medina Azahara en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO y, por otro, la conclusión de los trabajos de restauración del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.
Así, como decimos, en la 42ª Sesión del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en Baréin, se decidió incluir la Ciudad Califal de Medina Azahara, en Córdoba, en su Lista de Patrimonio Mundial. Con la incorporación de esta candidatura, España cuenta ya con 47 bienes registrados en dicha lista, y es el tercer país del Mundo con más bienes incluidos.
El yacimiento arqueológico de Medina Azahara corresponde a una ciudad construida ex novo a mediados del siglo X por la dinastía Omeya de Occidente como sede del Califato de Córdoba. La ciudad fue destruida tras un corto periodo de vida, permaneciendo desde entonces ignorada hasta su recuperación a principios del siglo XX. Lo que ha permitido recuperar la ciudad y sus características fundamentales inalteradas. La universalidad de valor cultural del sitio se ve acrecentado por su excepcionalidad al tratarse del único ejemplo conservado de una ciudad de esas características dentro del ámbito europeo y aún de ese periodo histórico en el conjunto de la cultura islámica.
El sitio constituye un conjunto urbano completo que incluye sus infraestructuras, edificios, decoración y objetos de uso cotidiano, así como calzadas, puentes y sistemas hidráulicos, lo que brinda un conocimiento exhaustivo de la cultura material de una civilización desaparecida en el momento de su máximo esplendor. Además, la excepcional preservación del entorno posibilita la recuperación de los valores paisajísticos que apoyaron la elección del lugar así como las huellas de su impacto territorial.
Hay que recordar que España comienza este año su mandato, el tercero, como miembro del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO hasta el año 2021. Para ampliar información os dejamos el siguiente enlace.
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Por otro lado, este mismo mes de julio se ha inaugurado el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, poniendo así fin a diez años de trabajos de restauración de esta obra cumbre del románico Europeo, cuya antigüedad casi alcanza los 850 años. Se compone de un conjunto de tres arcos, esculpido por el Maestro Mateo, que dotan al atrio del templo de un poderoso simbolismo cuya lectura engarza con la de las restantes fachadas exteriores: pecado original, Redención y Juicio Final. Más de 200 figuras de granito, tan vívidas y expresivas como no se habían representado nunca en la Edad Media, interaccionan como en un cuadro animado para componer un mensaje teológico centrado en la Salvación del Hombre. El Pórtico, además, debe ser entendido como un conjunto simbólico de la Jerusalén Celeste formado por la cripta inferior, el propio pórtico de tres arcos y la galería de la tribuna, en la parte superior del templo, equivalentes a la Tierra, el Juicio Final y la Gloria.
El proyecto de restauración ejecutado no ha añadido nada, sino que se ha limitado a aflorar y consolidar sus características, de entre las que destacan las tres policromías al óleo diferenciadas, que se superponen y dan testimonio de los pigmentos y técnicas empleados en la Edad Media, el siglo XVI y el XVII; es decir, el plan original y las posteriores restauraciones realizadas al gusto del momento y que utilizaron técnicas discutibles claramente agresivas en algún caso. Para ampliar información sobre los aspectos técnicos podéis visitar este enlace.
Su restauración ha dejado patente la vulnerabilidad de la obra, pero también ha supuesto una oportunidad excepcional para profundizar en su conocimiento y en el del arte románico en general, así como en los procesos de deterioro que afectan a los conjuntos de piedra policromada, poniendo a punto criterios de intervención y metodologías de trabajo que una vez sistematizados podrán servir de modelo para otras actuaciones.
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Estos son dos buenos ejemplos de la riqueza de nuestro Patrimonio monumental y del interés y necesidad de su protección, conservación, estudio y difusión.