María Teresa López del Castillo: Historia de la Inspección de la enseñanza en España

”Lo que importa, ante todo, es tener en cuenta la verdadera finalidad de la inspección, que sigue siendo la mejora de la educación institucional, en un sistema integrado de educación”.

Hoy queremos presentar un libro, editado por este Ministerio, que viene a llenar un auténtico vacío en la historia de la educación española. Existían, desde luego, historias parciales de la inspección,  pero ninguna que abarcase desde sus lejanos antecedentes hasta la organización y funcionamiento de la inspección en el actual estado de las autonomías.

Foto MTLCSu autora, María Teresa López del Castillo, es bien conocida en el mundo educativo por sus actividades y publicaciones.  Nacida en Madrid, en 1928, cursó la educación primaria en la Institución Libre de Enseñanza y el bachillerato en el Instituto Lope de Vega de la capital.  En la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense estudia  Filología Clásica y Pedagogía, obteniendo la licenciatura en ambas especialidades.  Posteriormente cursó  el grado superior de Estadística (para postgraduados), en la Escuela de Estadística de dicha universidad.

Ejerció como maestra en el grupo  escolar “Isabel la Católica” de Madrid, ingresando en la Inspección en las oposiciones de 1955,  en las que obtuvo la plaza de Barcelona, donde desarrolló una amplia labor durante mas de veinte años en los diferentes cometidos que se le confiaron: delegada del Centro de Documentación y Orientación Didáctica; jefe del Servicio Escolar de Alimentación y Nutrición; secretaria del Consejo de Inspección;  Inspectora Jefe; Delegada provincial  del Ministerio de Educación.

Paralelamente,  ejerció la docencia en la sección de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, desde 1956 a 1970, siendo encargada de curso durante diversos años de las asignaturas de Pedagogía experimental, Organización escolar y Psicología de la función educadora.

En  1977 se traslada a Madrid, al ser nombrada Inspectora Central de Enseñanza primaria, siendo designada al siguiente año Subdirectora general de ordenación educativa en la Dirección general de Educación Básica, cargo que desempeñó durante cuatro años, en los que se procedió a una profunda renovación de los programas escolares. Tras su dimisión en 1982, se reincorporó a la  inspección de Madrid, donde ejerció once años, hasta su jubilación en 1993.

Es autora de numerosas publicaciones y entre su bibliografía encontramos tanto artículos publicados en las revistas educativas más importantes como colaboraciones en obras colectivas. Preocupada por las dificultades de los niños en el aprendizaje de las matemáticas, fue autora de textos escolares para la iniciación en esta materia, adaptados a las cuestionarios de 1965: Desde su jubilación, ha dedicado casi todo su tiempo a profundizar en la historia de la inspección. Fruto de este trabajo son sus libros: La inspección del Bachillerato en España (1845- 1984) (2000), Defensoras de la educación de la mujer. Las primeras inspectoras escolares de Madrid (2003), e Historia de la inspección de primera enseñanza en España (2013), que ahora nos presenta.

Historia de la inspección de primera enseñanza en España. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Subdirección General de Documentación y Publicaciones, 2013

Por qué he escrito  este libro.

Historia de la inspección-PortadaDespués de dedicar tantos años a vivir la profesión educadora desde el ángulo específico de la inspección, no es extraño que me haya interesado por conocer sus antecedentes. A medida que he ido profundizando en su historia he comprendido que no bastaba conocer las disposiciones legales, aunque sean necesarias e incluso imprescindibles, sino saber cómo estaban condicionadas por las coordenadas sociales, ideológicas y políticas de cada momento histórico, y  en qué medida eran recibidas, aceptadas o rechazadas por las personas e instituciones que debían aplicarlas.  

Todo ello me ha obligado a ampliar el campo de este libro en dos sentidos: por un lado, con una exposición de las circunstancias político- sociales de cada momento histórico; por el otro, con las referencias  a la prensa general y profesional, que nos da una idea más real del alcance de las disposiciones y de cómo son aplicadas en la práctica por sus destinatarios.  En este aspecto, son muy frecuentes en la prensa, sobre todo en el siglo XIX, las referencias a la actuación de los inspectores, en las que abundan críticas y alabanzas. En los períodos en que hay libertad de imprenta, se encuentran además numerosas críticas a los gobernantes y sus manipulaciones, como fue el caso  en los nombramientos y ceses  de inspectores, cargos de libre designación  hasta 1907, lo que los convertía en fáciles instrumentos del cacique de turno. Por poner un ejemplo: sólo por la prensa nos enteramos de que un inspector de Murcia fue cesado por abrir expediente a la maestra de Lorca, hija de un cacique provincial, que llevaba tres años en abandono de destino.

En el orden temporal, he creído necesario también ampliar la historia  de la inspección en dos direcciones: en el pasado, señalando  sus antecedentes en el antiguo régimen. Aunque no existía un sistema escolar unificado,  las distintas redes de escuelas crearon sus propios sistemas de control o supervisión, desde la supervisión gremial  y corporativa de la Hermandad de San Casiano, con sus examinadores, veedores y visitadores,  hasta los censores de las escuelas creadas por la Junta de Caridad;  o los curadores y curadoras de las escuelas “patrióticas” fundadas por la Real Sociedad  Económica matritense.  

Teniendo en cuenta que la inspección profesional de primera enseñanza no se crea hasta 1849, era necesario también comprender los intentos previos de establecerla, y las causas de su rechazo, a través de los distintos periodos de gobiernos liberales y absolutistas, por los que atraviesa la historia de nuestro país en ese medio siglo, en el que se va configurando el sistema educativo.

Por otro lado, he intentado exponer la historia de la inspección de primera enseñanza hasta el momento presente, teniendo en cuenta los dos hechos básicos que la condicionan. La supresión de los tres cuerpos de inspección profesional existentes en 1984, y su integración en un cuerpo de Inspectores al servicio de la administración educativa (CISAE), declarado a extinguir. A partir de esa fecha ya no  existirá una historia separada de la inspección de enseñanza primaria, sino del servicio unificado de inspección, si bien perderá de momento su carácter profesional al concebirla como una función eventual y transitoria, hasta que al cabo de doce años se cree un nuevo cuerpo de inspectores de educación (CIE).

Pero mucho más importante ha sido la transferencia de las competencias educativas a las comunidades autónomas, incluyendo los servicios de inspección, en un proceso que empieza en 1979 y culmina el año 1999.  A partir de entonces, ya no será  posible una historia común de la inspección en toda España, salvo en aquellos aspectos que sean expresamente  establecidos por leyes orgánicas, cuyo cumplimiento es obligatorio  para  todas las comunidades. El  estado se reserva únicamente la supervisión y  comprobación de las pocas, pero importantísimas, competencias especificadas en el artículo 27 de la Constitución y en las restantes leyes orgánicas. Para vigilar su cumplimiento, se creó la Alta inspección, que ha sufrido también numerosas modificaciones.

Como complemento, se incluyen en el libro tres apéndices (I. Oposiciones y concursos de acceso. II. Escalafones y relaciones de inspectores. III. Inspectores generales  y centrales). Con ellos, he pretendido ofrecer referencias suficientes a cuantos quieran conocer  qué inspectores  desempeñaron la función  en los niveles provinciales o centrales a lo largo de la historia.

María Teresa López del Castillo